La luz es mucho más que un proceso físico. Es el fenómeno, natural o artificial, que nos permite ver, observar y descubrir el mundo a nuestro alrededor. Su presencia, la forma en la que se distribuye por el espacio, la intensidad y la temperatura en la que llega a nosotros puede convertir en amplios y abiertos lugares que antes semejaban ser todo lo contrario.
Cuando hablamos de luz en entornos laborales no solo estamos hablando de lámparas y bombillas que permitan a los trabajadores ver lo que están haciendo. En un proyecto de Workplace, prestamos especial atención a qué vamos a iluminar y cómo vamos a hacerlo, pues una iluminación adecuada y diseñada específicamente para las funciones que vayan a desarrollarse puede marcar la diferencia entre el malestar y el comfort, de igual manera que puede afectar positiva o negativamente a la productividad.
Iluminar pensando en la calidad en lugar de la cantidad
Es habitual pensar que, cuando se trata de tener la iluminación adecuada, lo que debemos hacer es colocar el mayor número de puntos de luz posibles para que evitar que se formen zonas oscuras. Nada más alejado de la realidad.
La sobrecarga de luz sobre los ojos provoca malestar y dolor de cabeza, pudiendo derivar en problemas de salud mucho más graves si la exposición es prolongada, como es el caso de los puestos de trabajo. Por ello, es necesario cambiar la forma de pensar que tenemos sobre cómo iluminar adecuadamente, que gira en torno a la cantidad en lugar de la calidad de esta.
Un diseño de iluminación adecuado debería crear límites entre las diversas áreas de trabajo y descanso de la oficina y generar ambientes diferentes en función del uso asignado a cada zona. Es decir, debe hacerse teniendo en cuenta las demás variables, como son la distribución del espacio, la entrada de luz natural y la compartimentación entre otras.
Diseño de iluminación por áreas
Además de realizar el diseño de iluminación de forma general, creando límites entre las diferentes áreas de trabajo, es necesario estudiar la iluminación de todas y cada una de las zonas, teniendo en cuenta las funciones que se van a realizar, si está destinada a una única actividad o, por el contrario, es un espacio multifuncional.
Iluminar el puesto de trabajo
La distribución y organización del puesto de trabajo ha evolucionado notablemente en las últimas décadas, influido en gran medida por el avance de las nuevas y la aparición del universo digital. En el pasado eran necesarios puestos de trabajo amplios, para poder colocar de forma accesible múltiples utensilios necesarios para las tareas del día a día, mientras que en la actualidad la mayor parte de las actividades laborales puede llevarse a cabo usando simplemente un ordenador, una tablet o un smartphone.
Todos estos cambios han afectado a la forma en que concebimos los espacios de trabajo, desde su distribución hasta el mobiliario, y, evidentemente, también a la manera de iluminarlos. Si antes era necesaria una iluminación horizontal, que se distribuyera uniformemente a lo largo del espacio para no dejar nada a oscuras, ahora la configuración de la luz sobre el puesto de trabajo debe ser mucho más tenue e indirecta, teniendo en cuenta que las propias pantallas con las que trabajamos emiten una alta cantidad de luz.
En esta área la regulación de las luminarias juega un papel verdaderamente importante, ya que permite al trabajador configurar la luz en función de la que necesite en cada momento. En este sentido, la regulación se refiere a la intensidad, pero también al ángulo, la posición y la temperatura de color, entre otros factores. Una forma sencilla de ofrecer esta regulación es ofrecer a cada persona un punto de luz individualizado para su puesto de trabajo que complemente los comunes a todo el espacio.
Iluminar las salas de reuniones y de videoconferencia
En espacios de trabajo colaborativo cobra vital importancia que todo el espacio sea visible, especialmente si es una zona preparada también para realizar videoconferencias, ya que las cámaras tienen, por norma general, unas necesidades de luz mayores que el ojo humano para poder capturar correctamente la imagen.
La iluminación debe distribuirse uniformemente por todo el espacio, sin recaer con mayor peso en unas zonas que en otras. Las paredes pueden ser un gran aliado para realizar la distribución de la iluminación, si optamos por una de caída vertical, así como el uso de luminarias de haz extensivo que se distribuye horizontalmente. En el caso de salas de gran tamaño es recomendable permitir un control de la iluminación por áreas, es decir, dejar iluminadas solo aquellas zonas que se estén ocupando, que permitan centrarse en las personas que están en la sala en lugar de los espacios vacíos.
Iluminar las zonas de descanso
La iluminación en zonas de descanso debería romper con la que está presente en todas las áreas destinadas al desarrollo de las tareas laborales, sean individuales o colaborativas, ya que está orientada a permitir que los empleados desconecten de sus actividades aún permaneciendo en la oficina.
Si es posible, la entrada de luz natural es una gran aliada, ya que está intrínsecamente unida a la vista del exterior, lo que también colabora en la creación de un ambiente diferenciado del resto de la oficina. En caso de que no sea posible, bien por cuestiones de infraestructura o por ausencia de una vista del exterior agradable, apostar por una iluminación tenue y cálida es la clave para generar el ambiente de descanso deseado.
Conclusión
La iluminación juega un papel fundamental en todos los aspectos de la jornada laboral, por eso es tan importante cuidar su diseño, su forma y su distribución. Desde la productividad a la creatividad, pasando por el trabajo en equipo, todas son áreas que pueden verse afectadas positivamente gracias a una iluminación adecuada, que se adapte a las necesidades de cada espacio y tareas a desarrollar.
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